Sin cortinas. El cristal desnudo, no me esconde del exterior. Expuesta a ojos ajenos que quieran mirar. Pero la visión no es gratuita, detrás de él yo también los observo, en silencio. Somos extraños que coincidimos en tiempo y espacio. Veo como el viento mece sus ropas tendidas, camas sin hacer, siluetas sin rostros que deambulan en su intimidad. Los etiqueto: los abuelos, los desordenados, los estudiosos... Imagino sus vidas, porque imaginar, resulta fácil. Quizás nunca nos crucemos, pero sin saberlo continuaremos formando parte de nuestro día a día.
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