Hoy he ido a LA
CAMPANA y he sobrevivido. Después de meses de posponerlo, hoy le he echado
huevos, me he mentalizado armándome de valor y me he subido al metro con el
único propósito de conseguir el puto permiso de circulación. He de decir que
después de toda la semana inmunizándome a base de coger el transporte público
en Barcelona, la experiencia no ha sido tan nefasta. Pero porque siempre hay un
pero, espero no tener que meter los pies otra vez ahí hasta dentro de mucho,
pero que muuucho tiempo.
Era tal el horror
que representaba ir a la Campana que me estaba planteando pagar a alguien para
que hiciese ese trámite absurdo ( según mi opinión). Ya lo tenía decidido cuando un día cometí el
error de verbalizar esta idea brillante delante de un público poco tolerante que
me abucheó. Así que en mi día de fiesta, no me ha quedado más remedio que bajar
a ese inframundo llamado Campana. Y desde luego que he flipado en colores, eso
sí, colores retros como todo lo que hay ahí dentro. No he alucinado con los olores
de tanta humanidad ahí metida, no… ni por ver la concentración más grande de gente rara,rara que he visto en
mi vida. Ni por la gran amabilidad y
paciencia de sus trabajadores, que han
estado ,casi, apuntito de hacerme perder
la educación que me han enseñado mis padres. Ni al ver a unos cuantos dar más vueltas como un
ventilador, tampoco…
He alucinado
porque me he sentido en una puta gincana, cogiendo números, bajando y subiendo pisos,
mirando números, pantallas… y lo mejor de todo, es que he tardado poco más de
una hora. ¿Y cómo? Pues aún no doy crédito que entre toda la fauna cavernícola que
trabaja ahí he ido a topar con una alma cándida que me ha evitado volver a mi casa por el puñetero
padrón.
Ahora debo coger
fuerzas, respirar hondo porque debo enfrentarme a la itv… resignación. Quince
días más de transporte público que según los de la itv es lo que tardarán en
hacer el duplicado de los papeles de mi querida moto. Hasta entonces no podré
pedir la hora para que enganchen la pegatina de los cojones en ella. Nos hemos
vueltos locos o qué.
El inframundo también existe en la realidad y no tan sólo en el mundo divino de los dioses del Olimpo. Todos los conductores hemos pasado alguna que otra vez por ese lugar más abstracto y enrevesado que el vestuario de Lady Gaga.
ResponEliminaTienes que escribir más a menudo, ya que es muy entretenido y divertido leerte. Besos.